Con esta expresión, John
Maynard Keynes (1883-1946) quiso
resumir sus dudas acerca de las suposiciones de la Economía Neoclásica…
Aunque Keynes
aceptó una cátedra de economía en Cambridge, financiada personalmente por Alfred Marshall (Neoclásico/Microeconomía),
desde la cual comenzó a construir su reputación, y supo replantear un nuevo enfoque de la Economía.
La Economía Clásica (Smith, Ricardo, Smill…) se había preocupado por el crecimiento económico a largo plazo más que
por las preocupaciones inmediatas de una inestabilidad a corto plazo.
Aunque Marx estaba más cerca de las
inquietudes keynesianas, su trabajo quedaba limitado por la “visión” de una inevitable caída del
capitalismo.
Y los Neoclásicos (Marshall, Walras,
Pareto…) se interesaban mucho más por los
factores que intervenían en la producción de determinados mercados que en
aquellos que gobernaban la producción de la economía en su conjunto.
Tal como plasmó en su “Teoría general del empleo, el interés y el dinero”, desafiando el paradigma económico dominante al momento de la
publicación en 1936, el análisis económico debía ser
reconstruido para llevar los problemas agregativos a corto plazo al centro de
la escena.
No se trata de estudiar
cómo llegamos al precio de una lata de refresco cuando tenemos sed (o no) ni de
plantearnos una solución de los problemas del País en un futuro…
Lo
esencial del sistema capitalista puede ser preservado
si se hacen las reformas necesarias, pero un capitalismo no regulado
es incompatible con el mantenimiento del pleno empleo y la estabilidad
económica.
Cuando estudia los distintos elementos (empleo,
dinero e interés) que dan título a su obra de referencia, encontramos dos
importantes puntos de referencia, Renta
y Expectativas…
Para hablar de Consumo y
de Ahorro es necesario generar Rentas. Y las rentas son generadas por la inversión…que puede verse frustrada si
las expectativas de los empresarios son pesimistas.
Para Keynes la eficacia marginal del capital era una
cuestión de expectativas, de tal modo que el cambiante humor de la comunidad
empresarial podría contrarrestar incluso unos bajos tipos de interés favorables
a la inversión…
¿Tenemos expectativas…o
sólo nos queda pensar que a largo plazo todos muertos?
Mark de Zabaleta
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